«Querido Dios, hace mucho no me daba el tiempo para hablar contigo, tal vez por todo el dolor que en tu nombre alguna vez me ocasionaron, por el miedo que desde niño me infundieron diciendo que yo no era amado por ti, al contrario, me aborrecías.
Sabes desde pequeño yo me sentía diferente, no me llaman la atención las niñas, miraba más a los niños, eso me lastimaba, no era algo normal, sin embargo, no estaba en mí, simplemente así pasaba.
Fui creciendo y conociendo más de ti, mi familia es muy creyente, así que tenía que profesar mi fe, donde me recordaban que ser homosexual era el peor pecado, no podía amar a alguien igual a mí porque me iría al infierno, ahí es a donde van las personas como yo.
Yo no quería eso para mí, decidí buscar ayuda con quien yo creí lo podía hacer, me dijeron que era un demonio dentro de mí, así que me lastimaron mucho para que saliera de mi cuerpo y me dejara en paz, era la única manera me repetían.
Muchas veces me pregunté: “¿Dónde estabas cada vez que me ataban a esa fría cama?”, donde me dopaban para que durmiera, esas veces que me bañaban con agua casi congelada para apartar pensamientos insanos de mi mente.
Las dosis de drogas eran cada vez más fuertes, había momentos donde no recordaba quien era, me estaba volviendo loco, seguía adelante por la esperanza de curarme, pero era cada vez más difícil, me hacían trabajar todo el día y en la noche escuchar por horas audios que me repetían una y otra vez: «ser homosexual es pecado, ser homosexual está mal».
Pero dejé de buscarte cuando me comenzaron a dar choques eléctricos, esa fue la peor fase por la que he pasado, el dolor simplemente era inhumano, una falsa promesa de curar mi enfermedad, eso me hizo darme cuenta que hacía un tiempo ya me habías abandonado.
Creí que moriría en ese lugar, ya no tenía más fuerzas para continuar, día y noche me obligaban a mentir y decir que ya estaba curado, mis padres jamás me llevarían a casa sin estar seguros que ya no tenía homosexualidad.
Un día me di cuenta que no tenía nada malo, no estaba enfermo, simplemente así era, no podía cambiar porque no había nada que cambiar, lo que debía trabajar era en aceptarme como soy, en amarme por completo.
Lo confieso, me olvidé de ti por muchos años, no podía creer en un ser que me odiaba por algo que yo no había elegido, me cuestionaba, si él me hizo así ¿por qué me condena?, fueron momentos muy difíciles, sobre todo por no tener el apoyo de mi familia, ellos no podían aceptarme.
Me tuve que ir de mi hogar con tan sólo 17 años de edad, era un joven con muchos sueños, con un futuro que ahora parecía cada vez más lejano, de no ser por una tía que me apoyó y me brindó un hogar, hubiera terminado en la calle haciendo cualquier cosa sólo para comer.
Había mucho odio en mi interior, estaba creciendo, odio contra ti, tu iglesia, tus mensajeros aquí en la tierra, mucho odio contra todo aquello que me recordaba que no merecía ser feliz por no ser natural.
No tengo derecho a formar una familia, porque tú creaste a Eva y Adán, mujer y hombre, al menos ese es el discurso que una y otra vez he escuchado de tus fieles, era una aberración, no merecía ser feliz.
Después de tener terapias positivas y poder escuchar mi propia voz, recordé que tu principal mensaje es amarse los unos a los otros, nunca hablas de un género o preferencia sexual, simplemente amarnos, pero parece que eso se ha olvidado.
Muchos religiosos se escudan diciendo que no son homofóbicos, que nos aman, nos aceptan, pero no nuestro pecado, ¿es en serio?, que no nos metamos con sus hijos, habiendo tantos niños que necesitan amor, haciendo marchas para que no podamos formar una familia, llevando un mensaje de división y odio hacia lo que ellos creen no está bien.
Yo no sé sinceramente si deseo ir a un cielo donde me encontraré a este tipo de personas, tal vez tú no eres el culpable, sino las malas interpretaciones que se le dan al libro por el que se rigen las religiones, pues siempre vemos solamente lo que nos conviene.
Espero algún día todos nos podamos ver como seres humanos, amarnos realmente sin un prejuicio y que nos dejen de dividir en tu nombre, me despido de ti sabiendo que estoy viviendo mi vida de la mejor manera, si realmente me amas sé que eres muy feliz por verme sonreír como ahora lo hago, sin miedos, sin complejos y luchando para que otros no vivan lo mismo que yo.»
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