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Cosas que aprendí como un prisionero gay tras las rejas

Cosas que aprendí como un prisionero gay tras las rejas

Cosas que aprendí como un prisionero gay tras las rejas

La idea de ser un hombre gay en prisión me asustó mucho.

Después de largas negociaciones con el fiscal, mi abogado me llamó para informarme que me enviaron a la cárcel por cinco años.

Incluso ahora mientras escribo esto, todavía puedo sentir un escalofrío al recordar sus palabras. “Es el mejor trato posible. Si esto va a juicio, podrías estar tras las rejas por mucho más tiempo”.

En mi caso, me había declarado culpable de una sentencia de 60 meses por un cargo de drogas que podría haber conllevado una sentencia de 20 años. La situación en la que me encontré era algo que yo cree y nadie más tuvo la culpa. Fui yo quien tomó malas decisiones.

La idea de ir a prisión me asustó mucho. Peor aún, temía que, debido a que era un hombre gay, sería un blanco fácil para el abuso. Pero esto fue lo que encontré:

La cárcel no es como la pintan

A pesar que en la televisión y las películas dicen atrocidades sobre la vida en la cárcel, en realidad no tienes que preocuparte por ser la “perra” de alguien. Tampoco necesita tener cuidado al momento de “agacharse para recoger el jabón” o cualquiera de esas otras cucarachas que dicen en los medios.

Por lo que viví, la actitud dentro de la cárcel es ser y dejar ser. Tienes que vivir pendiente solo de tus cosas y preocuparte solo por ello, de esa forma no tendrás problemas.

La única vez que vi a la gente pelearse fue cuando alguien se puso demasiado entrometido. Todo prisionero sabe que, si lo atrapan peleando, es un viaje automático al temible hoyo. No importa quién comenzó la pelea, ambas personas irán.

Finalmente, si te pillan peleando más de una vez, pueden enviarte a una instalación de seguridad superior. Algo que nadie querrá.

El sexo entre hombres no es común

No puedo negar que no existe el sexo entre hombres en prisión, porque sería tapar el sol con un solo dedo. Yo lo hice con otro recluta, pero en realidad es mucho menos frecuente de lo que la gente podría pensar.

Cuando estás en un encierro de este tipo, simplemente no hay muchos espacios o momentos para hacerlo. Cuando sucede, generalmente es algo sumamente rápido y conversado. Algunos hombres viven una vida sexual activa, pero nadie usa el término “gay” dentro de la prisión. De hecho, no se habla mucho de eso.

Por último, los reclusos homosexuales suelen permanecer juntos. En instalaciones de alta seguridad, los presos LGBT a menudo se agrupan. Durante el tiempo que estuve encarcelado, “relacionarme” con otros muchachos gays fue algo difícil. Tuve relaciones sexuales dos o tres veces al año.

No es un club

Dentro de la cárcel no existen las comodidades. No tienes una habitación privada con televisión por cable y un periódico diario. No hay sauna ni spa. Ni un terapeuta de masajes.

Hay espacios para divertirse como una cancha o áreas improvisadas para hacer ejercicios. Donde yo estuve recluido había una pequeña biblioteca y una pequeña sala de televisión al final de cada área de los dormitorios. Ver televisión era difícil porque todos los presos querían ver diferentes programas. Tratar de que esa cantidad de personas se ponga de acuerdo en un programa es una tarea imposible.

No eres tratado justamente

Si te haces amigo de los guardias, el personal y los consejeros, tiene más posibilidades de ser tratado de forma un tanto humana. Pero, aun así, no esperes un trato justo, especialmente si a alguien con autoridad no le gustan los gays.

Ejemplo. El personal es responsable de asignar los trabajos. Si te la llevas bien con ellos tienes la oportunidad de conseguir una buena asignación, de lo contario, si tienen un problema contigo, espera lo peor.

En mi caso, siempre tuve que limpiar los baños porque la persona que asignó mi trabajo no le gustaban las personas LGBT. Él nunca me dijo eso directamente a mí, pero lo insinuó.

Las cosas cambiaron dos años después de que fue promovido a otra instalación. Fue entonces cuando la nueva persona me asignó una labor menos degradante. Si terminas yendo a la cárcel, siempre hazte amigo de los guardias y el personal. A la larga, estarás mejor.

La comida no es horrible

Se reciben tres comidas al día. Todos los menús son diferentes. Incluso, donde yo estaba tenía la opción de comprar papas fritas, dulces y sodas.

Horrible la atención médica

Los médicos, enfermeras y dentistas están extremadamente sobrecargados de trabajo. Por lo tanto, te tratan como se les da la gana y son muy despreocupados. No esperes un buen trato de ellos.

Si llegas a desarrollar un problema médico grave o experimentas una situación que ponga en peligro tu vida, te trasladarán el hospital local para que te atiendan.

Vives en una caja

¿Recuerdas cuando dije que el sexo gay no es común en la cárcel? La razón, con base a mi experiencia, es que las celdas están abarrotadas. En mi caso compartía un espacio muy pequeño con tres personas más.

Tienes una cama de metal y un colchón, una silla, un pequeño armario de pared y, si tienes suerte, un pequeño escritorio de metal pegado a la pared. Te entregan una manta, dos sábanas, una almohada y una funda de almohada.

Resumiendo las cosas

Independientemente de si eres gay o heterosexual, pasar tiempo en la cárcel es extremadamente difícil. Muchos de nosotros sentimos que el mundo se había olvidado de nosotros. Conocí a muchos hombres que nunca recibieron cartas de amigos o familiares y, en esencia, no tenían a nadie que se preocupara por ellos.

Este artículo ha sido traducido de la página Mens Variety. Fue escrito por Anthony Stasso, quien estuvo en la cárcel por varios años, con la ayuda de un periodista del medio digital.

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