De los 1,7 millones de personas en los EE. UU. diagnosticadas con hepatitis C entre 2013 y 2022, solo un tercio (34 %) podría considerarse “curada”. Ese es el resultado de una encuesta de datos que concluyó que demasiadas personas carecen de acceso al tratamiento. Los altos precios de los medicamentos pueden limitar la disponibilidad del medicamento.
Si eso no fuera suficientemente malo, los CDC calculan que alrededor del 40 % de las personas con hepatitis C en los EE. UU. desconocen su estado. No tienen idea del grave daño que podría estar causando en sus cuerpos.
Un medicamento innovador estuvo disponible para la hepatitis C a principios de los años 2000. Sin embargo, como muestra esta encuesta, un número preocupante de ciudadanos no ha podido aprovecharlo.
La hepatitis es una inflamación del hígado. El alcohol y otras toxinas pueden causar la afección, o puede deberse a un virus. Los principales subgrupos son A, B y C.
La hepatitis A es la forma más leve de la enfermedad y la mayoría de las personas se recuperan con o sin tratamiento. Existen vacunas para proteger contra la hepatitis A y B. Sin embargo, no existe una vacuna para la C: la forma más grave de la enfermedad.
La hepatitis C es causada por un virus y a menudo se le llama el “asesino silencioso”. Esto se debe a que los síntomas (fatiga, dolor abdominal, fiebre, ictericia, orina oscura) solo comienzan a aparecer después de que el hígado se daña significativamente, y eso puede llevar años.
Sin embargo, el hecho de que uno no tenga síntomas no significa que se deba posponer el tratamiento. El virus está destruyendo silenciosamente el hígado y preparándolo para futuros problemas de salud.
Los hombres homosexuales están desproporcionadamente representados en las estadísticas de hepatitis. Por ejemplo, constituyen alrededor del 20 % de todos los casos nuevos de hepatitis B.
El contacto de sangre a sangre es la principal ruta de transmisión de la hepatitis C. Solo se necesita una cantidad microscópica para que ocurra la transmisión. El control deficiente de infecciones ha causado brotes en los establecimientos de salud, mientras que compartir agujas o jeringas pone en riesgo a los usuarios de drogas. Los tatuadores y perforadores corporales que no esterilizan adecuadamente su equipo también han sido vinculados a casos.
Los expertos en hepatitis también advierten que cualquiera que comparta billetes o popotes para inhalar cocaína considere hacerse la prueba. Las cavidades nasales son ricas en capilares sanguíneos, y solo se necesita una pequeña cantidad de sangre en una pajilla para propagar el virus de la hepatitis C.
Anteriormente se pensaba que la hepatitis C no se transmitía sexualmente. Sin embargo, ahora se acepta que cierta transmisión puede ocurrir a través del sexo, particularmente si existe riesgo de sangrado.
La cantidad de casos de transmisión sexual puede ser relativamente baja, pero si practicas fisting, sexo duro, compartes juguetes sexuales o participas en sexo grupal, tienes más riesgo de contraer hepatitis C por ende se debe tener cuidado.
Fuente: Queerty
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